Arriesgando.
"El que no arriesga, no gana", típica frase, muy fácil de decirla, muy fácil de aconsejarla, pero muy difícil ponerla en práctica. Cualquiera dice eso, pero hay que estar en el momento de arriesgar, hay que sentir la adrenalina de no saber que elegir, hay que sentir la presión de elegir blanco o negro, de elegir cosas buenas o malas o de elegir entre dos cosas buenas que es más complicado. Es cuestión de práctica, si uno se queda toda vida sin arriesgarse por algo que quiera, nunca va a cambiar nada, tal vez te ahorras de arriesgarte a las cosas malas, pero sin ellas de que aprenderíamos? si nunca haces un error, si nunca te equivocas, nunca aprendes, porque hay que tocar fondo y avivarse de los errores para no volverlos a hacer. Y las cosas buenas? que pasa si nunca te la jugas por algo bueno, por algo que queres que sea parte de tu vida? la vida pierde sentido si nunca vas atrás de algo, si nunca tenes una motivación por la cual no bajar los brazos, si nunca tenes un objetivo al cual perseguir hasta llegar. Por todo esto, aprendí que siempre me tengo que arriesgar, porque no se puede vivir estancado en un lugar, aunque tengas que ir para atrás, te tenes que mover y para eso hay que elegir y para elegir hay que arriesgar. 50% de probabilidades de ganar algo y 50% de perder todo, yo me arriesgo, yo me la juego por ganar algo, yo confió en mí, confió que gane o pierda, algo voy a aprender, algo voy a ganar. Y si todo sale mal, bueno por lo menos no me quede con las ganas de hacerlo, prefiero arrepentirme de algo que hice y no de algo que nunca hice en su momento.